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por UTA1 julio, 2016en UTA GREMIAL

Congreso de Delegados de todo el país

Representantes de la UTA de todo el país nos congregamos en el predio 22 de Agosto, en Moreno, Pcia de Bs As, para realizar una Asamblea en la que abordamos diferentes temas de interés para nuestros trabajadores y aspectos importantes para nuestro sindicato.

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Se presentó a consideración de todos los delegados presentes y se aprobó el siguiente:

Informe político

UTA

CONGRESO DE DELEGADOS 2016

“Con la convicción y la fuerza del trabajo”

 El año pasado analizábamos juntos la entrega anual del Informe Político en pleno proceso preelectoral, en las vísperas de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias que iban a tener lugar el 9 de Agosto. Comentábamos entonces la enorme expectativa que compartía el conjunto de la sociedad ante la inauguración de un período político e institucional renovado, cuya única certeza en ese momento era que, después de doce años, los Kirchner abandonaban la primera magistratura del país y los argentinos íbamos a elegir un Presidente nuevo.

Ya el tiempo descorrió el velo de la incertidumbre y el 22 de Noviembre pasado, en elecciones de segunda vuelta, las primeras concretadas desde el año 1983, año del inicio de la consolidación democrática en la Argentina, Mauricio Macri, por una diferencia exigua pero legítima al fin, fue elegido como Presidente de la Nación para el período 2015 – 2019.

El peronismo perdió las elecciones presidenciales por tercera vez desde 1983 y tiene que ocupar ahora un lugar en el campo de la oposición, en el que nunca se ha sentido muy cómodo. En nuestro caso, nacidos y formados en el seno del movimiento creado y conducido por Perón y Evita, creemos que tenemos que indagar y profundizar el análisis de las causas del resultado electoral, pero al mismo tiempo somos respetuosos del veredicto de las urnas, creemos que los políticos tienen que leer cuidadosamente lo que las urnas nos han comunicado y vamos a proceder en todo momento en defensa del orden institucional.

Nosotros en ningún caso hemos hecho oposición política al gobierno de turno respondiendo a intenciones aviesas u oportunistas, y tampoco lo vamos a hacer ahora, porque somos dirigentes responsables de un gremio grande y poderoso, de gloriosa historia. Nosotros vamos a defender con firmeza todas las medidas y acciones del Gobierno que sean consistentes con el interés de los trabajadores y, con la misma firmeza, vamos a confrontar en aquellos casos en que los que gobiernan adopten posiciones y políticas que lesionen las legítimas aspiraciones del pueblo trabajador.

No dejamos de tener en cuenta que el Presidente Macri recibió al país con serios problemas económicos y sociales, algunos de ellos producto de la crisis internacional que no termina de resolverse, y otros, consecuencia de algunas políticas domésticas que el tiempo demostró que eran desacertadas. Esa situación, preexistente a las elecciones, había generado una agenda de reclamos de los trabajadores de la que dimos cuenta en el Informe Político del año pasado y que nosotros, la Unión Tranviarios Automotor, puntualizamos para que los entonces candidatos la tuvieren en cuenta y la consideraran como dato fundamental para sus propuestas y planes de gobierno. Brevemente, señalamos el efecto confiscatorio del impuesto a las ganancias sobre los ingresos del sector asalariado sindicalizado, la necesidad de recomponer la jubilación mínima, la preocupación por la inflación, la recesión y su secuela, las suspensiones y despidos, la retención indebida que el Gobierno hacía de los recursos de las obras sociales, el atraso de las asignaciones familiares, y el drama de la inseguridad. Más adelante vamos a hacer un repaso del estado actual de estas variables, pero es evidente que nuestro juicio fue certero porque pusimos el acento en temas de extrema de gravedad que son centrales en el momento actual.

Tenemos claro que es propio de la democracia otorgar al gobierno entrante un plazo de gracia para darle tiempo a acomodarse y poner en marcha su plan de acción. Lo que advertimos hasta aquí, y sin que esto deba ser entendido como crítica apresurada, es que el nuevo gobierno parece llevar adelante un modelo de dos velocidades. Va muy rápido en la resolución de temas que son de la máxima importancia para los grupos concentrados y el sector financiero. De hecho actuó con gran urgencia y diligencia en la reunificación del mercado cambiario, en la solución de la crisis con los fondos buitre, en la eliminación o reducción de las retenciones a la exportación y en la aplicación de descomunales aumentos de tarifas de los servicios públicos, destinados a recomponer los atrasos que se habían producido durante la gestión anterior. Pero al mismo tiempo es muy lento para encarar y solucionar los problemas que aquejan a los trabajadores. De hecho es insuficiente lo anunciado hasta ahora para resolver de una vez por todas el efecto indeseado e injusto del impuesto a las ganancias sobre el salario, la inflación que asfixia y no se detiene destruyendo el poder de compra de los sectores con ingresos fijos, activos y pasivos, y se promete una reactivación cuya característica esencial es que se va escapando en el tiempo hacia adelante, parece que no va a ser en el segundo semestre ni el cuarto trimestre del año, los analistas evalúan ahora como muy pronto que podría llegar en el primer trimestre del año que viene. No es que estemos en desacuerdo con todas las medidas adoptadas. De hecho, en repetidas oportunidades ya habíamos hablado de que el sistema de subsidios sobre las tarifas del sector público, crecientes en el tiempo, no era sustentable. Pero, ante un Gobierno que se proclama gradualista y que en los hechos, en lo sustancial, se ha manejado con políticas de shock, pedimos y exigimos que los que mandan actúen con algo que todavía no han demostrado tener, y es con sensibilidad social. El hambre, las privaciones, el desempleo, la caída del consumo popular, el incremento de la desigualdad, simplemente no son aceptables como hipótesis de la política y, si el Gobierno persiste en ese enfoque, la UTA y los trabajadores organizados nos vamos a oponer con toda la fuerza de nuestras organizaciones. Dicho sea de paso, todavía estamos en deuda con la unidad de las centrales de trabajadores, pero ya hemos dado algunos pasos en ese sentido, ya el tema integra en un lugar destacado la agenda de la política gremial.

Percibimos que el estado general de la sociedad es de confusión. El Gobierno está confundido, aplica medidas a destiempo, muchas veces sin medir las verdaderas consecuencias de sus actos. En varios casos tuvo que reaccionar con contramarchas a decisiones que se habían anunciado como irreversibles, porque el control de la situación amenazaba con escapársele de las manos. No hay un plan de gobierno y si lo hay no se lo comunica, y lo que vemos es un conjunto de medidas que muchas veces parecen inconexas pero que en casi ningún caso terminan por favorecer al pueblo trabajador. También está confundida la oposición, fragmentada, irresoluta, sin capacidad para proponer y dinamizar alternativas para salir de la crisis. Vemos que la confusión alcanza también a los empresarios que dudan sobre el futuro inmediato y demoran decisiones de inversión que tanta falta le hacen a nuestro país. Para colmo, han tomado estado público resonantes y grotescos casos de corrupción, los bolsos arrojados al interior de un convento, supuestas irregularidades en la administración de la obra pública, los papeles de Panamá, entre otros, que le pegan en la línea de flotación a los responsables directos, sobre todo al kirchnerismo, pero que por resonancia también sacuden al conjunto de la clase política.

Nosotros, en cambio, la UTA y los trabajadores argentinos, no estamos confundidos. Estamos preocupados, pero no estamos confundidos. Y esto es así, porque a diferencia del resto de los sectores de la sociedad, nosotros tenemos una doctrina, que es la doctrina del justicialismo, la doctrina de las tres banderas y las veinte verdades, la doctrina que nos enseñó el General Perón y la compañera Evita. Repasemos un hermoso párrafo que el General nos dejó sobre este tema: “Las doctrinas, básicamente, no son cosa sólo de enseñar, porque el saber una doctrina no representa gran avance sobre el no saberla. Lo importante en las doctrinas es inculcarlas, vale decir, que no es suficiente conocer la doctrina: lo fundamental es sentirla, y lo más importante es amarla”.

Es por eso que, insistimos, estamos preocupados, no estamos confundidos. Nosotros sabemos perfectamente qué es lo que tenemos que hacer. Nosotros vamos a seguir luchando por el salario, para defender su poder adquisitivo y en este aspecto el gran enemigo es la inflación. Vamos a luchar por mejorar permanentemente las condiciones de trabajo de nuestros compañeros y por la situación de los jubilados.

Vamos a reclamar por un país cuyo motor de crecimiento sea el mercado interno, sin descuidar, desde ya, nuestra inserción en el mundo y nuestro crecimiento en el flujo del comercio internacional. Vamos a reclamar por un país en que florezca la inversión, en infraestructura, energética y vial, cuya necesidad de renovación nadie conoce mejor que nosotros, y para que potencie la educación y el desarrollo científico y tecnológico, para no atrasarnos sin remedio y para que podamos integrar el grupo de las naciones más desarrolladas del planeta. Vamos a bregar por un país en que los mercados económicos tengan un lugar, pero en el que también se destaque la presencia del Estado, como asignador de recursos de última instancia, que garantice la igualdad de oportunidades y la justicia social. Vamos a exigir un país con seguridad, en el que salir diariamente de nuestras casas no conlleve el riesgo de jugarnos la vida.

Cuando tengamos alguna duda, va a ser suficiente con repasar el legado que nos está entregando en vida el Santo Padre Francisco, que en la encíclica Laudato Si nos dice cosas como “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”.

Por sobre todas las cosas, en estos momentos difíciles, actuando responsablemente, conservemos la esperanza. Ya lo hemos dicho, este es un gran país por la abundancia de recursos naturales y por la capacidad y la laboriosidad de su gente. Con la convicción y la fuerza del trabajo ratifiquemos una vez más nuestra fé como hombres comprometidos en la labor gremial, para contribuir a la construcción de esta gran Nación.

Buenos Aires, 30 de Junio de 2016

 

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